Foto por @remysdoorart
Hasta hace sólo un mes, me consideraba una autómata de la vida, una de esas personas que se dedican a realizar ciertas tareas diarias sin apenas pensar o sentir.
Me acostumbre a ello, estaba cómoda no viviendo la realidad de manera consciente, me abandoné por completo, quizá por miedo o quizá no.
Aquella manera de pasar por la vida parecía anestesiarme del dolor más grande y profundo del planeta. Pero no era cierto, seguían pasando cosas terribles que ni el amor mas fuerte podía vencer.
Estos días he descubierto que puedo volver a sentir, a descubrir e incluso a imaginar, que si cierro muy fuerte los ojos, vuelvo a ser yo, en mi estado más puro y real, hirviendo por dentro, viviendo intensamente, luchando mis cicatrices.
"Sólo soy un montón de emociones desordenadas"; me digo a mí misma muchas veces.