Oh sweet home...

Y despertaba el sol un día más en aquella casa al sur de Alabama. En el horizonte comenzaba a pintarse un cielo en tonos pastel como a ti tanto te gustaba.

Esperábamos junto a la ventana la llegada del alba, mientras Nick Drake nos susurraba al oído palabras llenas de vida, de pasión. Su guitarra resonaba en toda la casa y parecía que él estuviese allí con nosotros, dando de beber a nuestros oídos desde aquel viejo tocadiscos de “Madame Bisú”.

Retiraste suavemente el tirante de mi camiseta y besándome suavemente el hombro, inspiré profundamente el olor de tu pelo. Aquello era vida, era nuestra vida, la que siempre habíamos soñado tener.

Observaba como el sol venía, llamaba a mi ventana y me atrapaba con sus templados rayos.

Jugábamos a ver quien aguantaba más sin besar al otro. Nos tirábamos en la cama y pasábamos las horas muertas mirándonos y memorizando cada una de las partes de nuestra anatomía. Te gustaba estar así, vivir allí, sentir sin morir.

Junto aquel viejo manuscrito tuyo, aquel donde siempre apuntabas todas tus andanzas, todas tus hazañas, las ganas que tenías de comerte el mundo, sonó una vez más la llegada del día.

Eran mañanas de baños de sol, de tostadas de azúcar y mantequilla, de besos escondidos, de abrazos desnudos y sabanas revueltas, de Nick Drake y su “From the morning”, de ti y de mí muy cerca allá donde estuviésemos…

Pero sobre todo de “things behind the sun”